La comunidad reclama una acción inmediata para evitar el deterioro del medio ambiente; al año el Dagma recibe 12.500 quejas. La contaminación de canales de aguas lluvias y lagos afectan el Oriente y Sur. En el Norte, fábricas de Yumbo generan impacto. Las entidades municipales insisten en que la principal causa de la contaminación es la falta de cultura ciudadana. Algo huele mal en Cali y no se trata simplemente de una frase oportuna. Basta hacer un recorrido por algunos puntos cardinales para darse cuenta de esta realidad. Mientras en el Norte el olor a vinagre y algunas veces a huevo podrido proviene de algunas fábricas de Yumbo, en el sur las quejas son por la contaminación de los lagos y las conexiones fraudulentas del alcantarillado. Pero en el Oriente la situación no es mejor. La contaminación de los canales de aguas lluvias por el depósito de basuras y escombros genera un ambiente de podredumbre en barrios de este sector. Y aunque la emisión de gases vehiculares en el casco urbano sea uno de los temas que más preocupa a las entidades reguladoras del medio ambiente, lo cierto es que en el centro los comerciantes y transeúntes se asfixian con las descargas de humo de antiguos buses de servicio público. Según las estadísticas que maneja el Dagma, en el año se reciben cerca de 12.500 quejas por problemas ambientales en la ciudad. Y el promedio diario es de aproximadamente 40 reclamos. “Aunque recibimos muchas quejas, en todos los casos cumplimos con los procesos de estudio y solución de la problemática”, asegura la coordinadora de calidad ambiental del Dagma, Yaneth Alegría. Sin embargo, la problemáti ca supera los esfuerzos de las autoridades y para conocer los problemas ambientales de Cali no basta sino salir a sus calles y respirarlos. Por su parte, Emcali advierte que el problema no es sólo de las entidades, sino de la falta de cultura ciudadana que existe en la ciudad para la conservación y respeto de su medio ambiente. Aguas negras en la comuna 22 El desagradable olor que ha provocado la acumulación de aguas negras en los lagos y el desborde del alcantarillado tienen preocupados a los habitantes del barrio Ciudad Jardín. Una de las principales causas de la contaminación es la cantidad de construcciones nuevas que se realizan en el exclusivo sector. Las conexiones internas de acueducto se planifican de manera errada, generando que las aguas contaminadas de las casas se dirijan al lago de la Babilla y al Río Lilí. Así, estos sitios que hacían parte de paisaje natural se han convertido en focos de malos olores y enfermedades. “Es increíble que nuestros lagos y ríos terminen siendo meras alcantarillas. Esto no puede seguir así, los olores son demasiado fuertes y nadie hace nada”, expresa Amparo Valencia, miembro de la Junta de Acción Comunal, quien hizo el recorrido con El Pais por los sitios afectados. Funcionarios de Emcali aseguraron que ya están al tanto del problema y que se está trabajando en posibles soluciones, aunque hicieron énfasis en que para la entidad municipal es muy difícil controlar las intervenciones que las personas realizan en sus hogares. Por su parte, muchos de los habitantes han tenido que suspender sus salidas a hacer ejercicio por el mal olor que se percibe en los alrededores de los afluentes. “Cuando salgo a caminar el olor a caño me fastidia demasiado. Se supone que uno sale para respirar aire fresco y puro y no para sentir un olor a podrido”, afirma Antonio Palacio, quien hacia sus ejercicios cerca al Río Lilí. Impacto ambiental en el norte El olor a humo y a vinagre siguen afectando al norte de la ciudad. La contaminación ambiental que generan algunas fábricas y ciertas lagunas de oxidación de Yumbo es la principal causa del deterioro del medio ambiente en la zona, sostienen las autoridades. Jairo Tobón, de la Junta de Acción Comunal de Prados del Norte, asegura que el olor a quemado es tan fuerte que varias veces se ha despertado agitado en la madrugada. “No puedo negar que los ruidos han mermado un poco, pero los olores sí son insoportables. Pero nadie hace nada y uno ya se cansa de reclamar” , aseguró. Otro sector afectado con los olores es el barrio la Campiña, donde los habitantes han manifestado su desagrado por tener que soportar el olor a azufre que proviene de las fábricas. En la Flora las quejas también son constantes y los residentes en el sector dicen que basta con salir bien temprano a las calles para divisar una inmensa capa de polvillo que cubre el sector a esa hora. Algunas fábricas de la zona industrial están trabajando en disminuir los impactos ambientales. Es el caso de Sidelpa, que creó un sistema de captación de humos que detiene la propagación de los olores en la zona. “Además, junto con la CVC, desde el 2006 destinamos un capital de $3.500 millones para los controles y la protección del medio ambiente”, aseguró Yuli Mina, comunicadora de la empresa. El olor a caño azota el oriente Los canales de aguas lluvias de la ciudad se han convertido en los principales generadores de contaminación de la ciudad. Una de las zonas más afectadas es el oriente. Los habitantes de este sector ya no soportan los malos olores que se presentan en estos lugares por la acumulación de basuras y escombros. Según el Jefe de Aguas Residuales de Emcali, José Cerón, el 80% de la contaminación de estos canales se genera a partir del mal uso que los caleños han hecho de ellos. “Las personas se quejan de que los canales están sucios cuando son ellos mismos los que los contaminan. Nosotros diariamente realizamos mantenimiento a estas estructuras, pero es en vano, pues así las limpiemos al otro día van a estar igual o peor”, afirmó el funcionario. Sin embargo, las consecuencias de esta contaminación no cesan en la comunidad. Los niños han sido las principales víctimas. “Se han presentado muchos casos de enfermedades respiratorias de los niños por el olor a sifón. La cantidad de moscas que existe es impresionante”, asegura Maryluz Patria, una habitante del barrio Petecuy. Por su parte, Emcali insiste en que la problemática radica en la falta de cultura ciudadana de los caleños hacia la conservación de su medio ambiente. Ante esto, la entidad ha destinado un presupuesto de $35.000 millones en un proyecto, que junto con la Fundación Carvajal, espera convertir los canales en sitios de recreación donde las personas no depositen basuras sino que pasen la tarde con su familia.
Fuente: www.elpais.com.co
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